El PSV empezó muy fuerte este partido. El juego era rápido y bueno y el RBC tenía la sartén por el mango. Sin embargo, el rival se las arregló para meterse por el medio en el momento oportuno, impidiendo al PSV marcar por el momento. De vez en cuando, la defensa se vio obligada a retroceder por los ataques del Roosendaal y a defender con cuidado y agudeza. Esto también tuvo éxito ..... por el momento. Tras 15 minutos de juego, el RBC consiguió romper nuestra defensa mediante un fuerte y rápido trabajo en equipo; 0-1.
Hasta el descanso, nuestros chicos se vieron afectados sobre todo mentalmente por este déficit, que se manifestó en un juego apresurado y descuidado. Y eso era precisamente lo que no necesitaban, tenían que hacer pases bien medidos, ¡porque el balón tenía que entrar! En esta fase del partido, tanto el RBC como el PSV elaboraron bonitas jugadas de ataque, pero ambos no lograron marcar. El hecho fue que el PSV se hizo poco a poco con el control (otra lección mental aprendida). Unos pocos ataques más tarde, el veloz Steven centró para el capitán Justin, que remató a gol. Con este gol redentor y, por tanto, con el empate, nos fuimos al descanso con cierta tranquilidad.
Nueva jornada, nuevas oportunidades. El entrenador Bastiaan Riemersma introdujo su arenga y cuatro suplentes, y el partido dio un vuelco. La zaga se cerró herméticamente, el centro del campo jugó sin problemas y también el ataque se desenvolvió con limpieza: en diez minutos, Cody y Roland aseguraron una amplia ventaja de 3-1. El RBC estaba roto y ya casi no atacaba. El partido se jugó y finalmente terminó 8-1. Veámoslo como un buen calentamiento para el próximo torneo en Voorschoten.
Un momento extraño en la primera mitad tuvo otra desagradable cola. El árbitro realizó una desafortunada caída sobre uno de nuestros jugadores. Vimos cómo se levantaba y se llevaba brevemente la mano a la cabeza. Después resultó que el árbitro había terminado el partido con el dedo meñique roto. Así pues: ¡el hombre del partido!
Ank Gakpo-van Bommel